Un dato sorprendente de una investigación realizada por tres profesores de la Universidad de Almería pone de manifiesto que la gran superficie de invernaderos (tanto que es la "estructura visible más detectable desde el espacio) ha enfriado el clima de Almería. Ese estudio pone de manifiesto que en los últimos 30 años la temperatura media del poniente almeriense parece haber descendido casi un grado cuando en otras zonas limítrofes ha aumentado por encima del grado.
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“Las casi 30.000 hectáreas de invernaderos agrícolas que desde los años 80 se han extendido por la comarca del Poniente, en Almería, han causado un inesperado efecto refrescante en el clima local. Mientras que las temperaturas suben sin excepciones en toda España, incluso por encima de la media mundial, en los observatorios meteorológicos situados en el llamado mar de plástico se comportan en sentido contrario, con un descenso de 0,3 grados por década. El extraño fenómeno no había pasado inadvertido en medios científicos, pero ahora un estudio ha propuesto una explicación verosímil: como si se tratara de un espejo, el color blanco de los plásticos refleja la luz solar hacia la atmósfera y ello frena el calentamiento de la superficie. En cierta manera, los invernaderos contrarrestan a nivel local el efecto invernadero de carácter planetario.
El trabajo, que se acaba de publicar en la revista Journal of Geophysical Research, ha sido coordinado por un grupo de investigadores encabezado por Pablo Campra, profesor de la Universidad de Almería (Ual). También han participado Mónica García, Yolanda Cantón y Alicia Palacios.
Durante la primera fase del estudio se analizaron las temperaturas de los dos principales observatorios de la zona, situados en Las Palmerillas-Cajamar y La Mojonera, y se compararon con las de otras estaciones cercanas que podían servir de referencia. El resultado fue que las temperaturas en la comarca del Poniente han bajado una media de 0,9 grados desde 1980, que es cuando empezó la expansión de los invernaderos, mientras que en Málaga, Granada y Murcia-San Javier el aumento ha rondado los 1,3 grados. Así pues, ha habido una diferencia de más de dos grados. En cuanto a la lluvia, en cambio, no se aprecian variaciones significativas.
El observatorio de Almería-aeropuerto obtiene resultados intermedios: las temperaturas aumentan a partir de 1980, pero luego descienden en los años 90 hasta alcanzar un balance prácticamente nulo. “Se puede observar cómo los invernaderos se van acercando a la capital a medida que pasan los años”, dice Campra. En cualquier caso, el proceso de expansión del plástico ha tocado techo o incluso está en retroceso.
En segundo lugar, los investigadores analizaron si había habido cambios en la reflectividad de la luz, el llamado efecto albedo, y para ello usaron los datos facilitados por el sensor Modis del satélite Terra, de la NASA. Aunque ya se sabía que el mar de plástico es la única estructura creada por el hombre visible a ojo de pájaro desde la Estación Espacial Internacional, los resultados fueron llamativos: desde 1983, el efecto albedo en el Poniente almeriense ha aumentado un 9%, es decir, se refleja hacia la atmósfera un 9% más de energía.
“La comarca ha pasado en tres décadas de tener un paisaje de matorral semidesértico y algunos cultivos al aire libre –explica Campra– a estar cubierta casi en exclusiva por invernaderos blancos de tipo parral”. El color no es un detalle baladí, ya que el blanco es el que mejor refleja la luz. Si los invernaderos fueran oscuros, insiste el profesor de la Ual, no habría pasado lo mismo: “Cuanto más clara sea la superficie, más energía se devuelve a la atmósfera”. Debido a los cambios en el uso del suelo, el balance energético en la zona ha disminuido en 20 vatios por metro cuadrado (30 vatios en verano), un efecto muy superior al causado por el efecto invernadero a nivel planetario, estimado en un aumento de 1,66 vatios. “Es un forzamiento muy elevado”, dice el investigador.
Campra asume que el estudio es controvertido, pero insiste en que no hay otra explicación “demostrable con pruebas empíricas”. Por ejemplo, se ha especulado con una influencia marina refrescante, pero ello no es posible porque las temperaturas en el mar de Alborán han aumentado 0,3 grados por década. Campra también descarta que el agua empleada en el riego pueda haber tenido algún tipo de influencia. Es cierto que se ha pasado de una estepa a una huerta en 30 años, pero dominan los cultivos gota a gota e incluso los hidropónicos. “Además -añade-, el agua en evaporación actúa como un poderoso gas de efecto invernadero”.
En cualquier caso, el experto insiste en que el efecto protector de los invernaderos ha tocado techo en Almería porque ya no se instalan ni se pueden instalar más. “Nos han servido para ganar varias décadas de tiempo”, resume. “Si se eliminaran todos los invernaderos de golpe, las temperaturas podrían subir de forma catastrófica”, asegura."
Por lo menos se trata de un dato que hace reflexionar, que abre una puerta más al diseño del equipamiento desmontable, como suma a la primitiva aportación de un invernadero urbano convencional, se trata de abarcar más de un punto de vista para el proyecto, la adición de esta idea de "mejorar las condiciones climáticas", a la ya preestablecida, dificulta la acción, pero la convierte en más atractiva.
_datos extraídos de http://ecosistemaurbano.org/investigaciones/%C2%BFinvernaderos-frente-al-efecto-invernadero/
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